Ella se quitó los zapatos, mientras
el vestido acariciaba su cuerpo
deslizándose hasta el suelo.
Removió todos y cada uno
de los prescindibles adornos
de sus oídos, su cuello,
sus muñecas y sus dedos.
Llevó sus manos a su espalda
y liberó su pecho haciendo realidad
el mas imposible de mis sueños.
Con la lentitud eterna de sus dedos
se deshizo de su braga
y quedó casi desnuda,
vestida de casi nada.
Nunca se desnudó por completo,
los secretos le cubrían el pasado
el presente, el corazón y el alma.
-José G. Vázquez
Muy buen poema!