“¿Qué quieres tú de mí?”
-me preguntó ella-
con su amor inédito flotando
sobre las dudas, sin faro a la vista
como un barco perdido a la deriva.
Quiero -le dije-
curar la herida en tu costado
tu corona y sus espinas
tus meses, tus días,
y los momentos que no expiran.
Tu ternura y tu furia,
tu sol, tus estrellas
y el lado oscuro de tu luna.
Tu voz viajando de norte a sur,
esa historia que nunca olvidas,
tus silencios, tus mañanas
tus tardes y tu risa.
Y más, quiero mucho más:
El laberinto de tu pelo,
la luz de tu mirada
y tu otra mejilla,
tu dormir y tu despertar
tus sueños y pesadillas.
Los susurros de tu boca,
tu preocupación y tu pesar
tu voz viajando de este a oeste,
tus suspiros, tus labios
y los besos que aún no dan.
Quiero, en el dia del juicio, tu redención
y tu eternidad en la otra vida,
quiero tu aura y tus alas
en un miércoles de ceniza.
Tu diccionario, tu Biblia y tu calvario
en Semana Santa, tu devoción
y tu ateísmo el resto del año.
¿Qué más quiero yo de ti?
Todo, lo quiero todo; bueno y malo
hasta que no te quede nada
y si en la nada guardas algo
quiero eso también,
sea un pecado o sea un milagro.
-José G. Vázquez
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